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1 de julio de 1965. Valensole, Francia. Un agricultor de cuarenta y un años llamado Maurice Masse se encuentra en una finca de su propiedad cuando oye un extraño silbido. Pocos segundos después observa una especie de balón de rugby que se encuentra posado en el suelo, sobre sus propios terrenos. Junto al artefacto observa dos extrañas figuras humanoides de escasa estatura. Acto seguido, Masse se acercó a la escena. Aquellos dos personajes parecieron asustarse…
Ahí comenzó una aventura casi única en la historia de la ufología. Según declaró Masse, en ese instante, uno de aquellos hombrecillos sacó de su cintura algo parecido a un cilindro. Le apuntó y del artefacto salió un haz de luz que lo dejó completamente paralizado. Únicamente se sentía capaz de mover los ojos y de respirar, pero su cuerpo quedó clavado en el suelo.
Tan sorprendente testimonio fue el que ofreció a los primeros investigadores del caso, que no eran sino los gendarmes de la localidad de Valensole. Pese a lo insólito del relato, en ningún momento detectaron contradicción alguna en el testimonio que les estaba ofreciendo el testigo.
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En su expediente, la Gendarmería explicaba que se analizó y estudió la zona del presunto aterrizaje con total meticulosidad. Como en otros casos había ocurrido, aparecieron huellas en el terreno. Se trataba de varias hendiduras perimetrales y una zona hundida en el sitio exacto del presunto aterrizaje. Según comprobaron los investigadores, en torno a esa huella apareció el barro mojado, algo que no sería extraño a no ser – como realmente era – que no hubiera llovido en los días anteriores. Sin embargo, en cuestión de pocas horas, el terreno volvió a secarse de forma inexplicable.
Al lugar también se aproximó el equipo de investigación del GEPAN (Grupo de Estudios de Fenómenos Aéreos), grupo oficial dependiente de las principales instituciones científicas de Francia. Constataron la existencia de las evidencias y concluyeron que el peso del artefacto era enorme.
El GEPAN constató que las huellas permanecieron en el terreno ¡Durante años!
Lo comprobaron tras visitar el lugar en diversas ocasiones a lo largo del tiempo. Certificaron que la vegetación que crecía llí había dejado de hacerlo. Era como si la presunta energía que generaba el objeto hubiera matado la naturaleza en el lugar. Treinta años después del suceso, las características de estos efectos seguían siendo evidentes. Los estudiosos incluso intentaron reanimar artificialmente la vegetación del lugar, pero se vieron incapaces de lograrlo. Ninguno de los científicos del GEPAN logró explicar satisfactoriamente por qué se producía tal cosa.
Pero el GEPAN e investigadores como el mítico estudioso francés Aimé Michel no sólo examinaron los efectos físicos del encuentro OVNI. Y es que se registraron también efectos fisiológicos en el testigo. Según relató Maurice Masse, en cuanto al extraño objeto desapareció comenzó a notar en su cuerpo los efectos de su exposición al extraño artefacto. En primer lugar, sintió mareos y dolor de cabeza. Luego, todo se complicó…
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Masse empezó a sufrir crisis de sueño. Pasó de dormir apenas cinco horas al día a ser incapaz de dejar de hacerlo al menos durante dos terceras partes del día, en una suerte de narcolepsia que tuvo su origen en aquel encuentro cercano, extremo que fue certificado por un equipo de médicos. Los investigadores no lograron explicar satisfactoriamente todos estos efectos, sin embargo, el GEPAN encontró que reacciones fisiológicas muy similares se habían registrado en otro tipo de sucesos que nada tenían que ver con los OVNIS, en concreto, en aquellas personas que habían estado expuestas a fuertes campos electromagnéticos generados de forma artificial. Así pues, para el GEPAN, la máquina que había visto el campesino generaba a su alrededor un poderosa energía que explicaba los efectos sobre el terreno y el testigo. Ambas cosas evidenciaban que había intervenido, según el expediente, algún tipo de tecnología. Eso sí, de origen totalmente desconocido hasta la fecha.
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